Festival Riopaz

El 26 y 27 de abril de 2012, en una expresión de la guerra todos teníamos miedo, su presencia imponente bajo el manto de la noche y de la madrugada no nos dejaba conciliar el sueño, ni los sueños. Sucedió lo que sólo bajo su estridente y lúgubre ritmo puede suceder.., 11:00 p.m, 12:00 p.m, 01:00 a.m, 02:00 a.m sonando trilladas notas rafagueadas, con arritmia, bajo la lluvia de la intolerancia, del menosprecio injustificado, representado en metales cargados de metralla que surcando aquel cielo oscuro sin estrellas, caían donde su impulso terminaba, no para apagarse sino para impulsar y despertar dolores, pesares y grietas…

Sin poder conciliar el sueño, ni los sueños se llevaron nuestros seres, muchas veces de noche algunas veces de día, el río, dicen los antiguos, ha sido y será testigo clave para el esclarecimiento si pudiera hablar, si devolviera a quienes en él reposan apaciblemente, y aquella noche, esa última noche no fue diferente, pues aún cuando amaneció, sentíamos vivir en permanente noche, no amanecía así hiciera un inclemente sol, nos cubría la sombra de su zozobra.

Sonó la guerra, y nos dejó dolor,

sonó la guerra y se apagó la vida,

sonó la guerra, bandos con instrumentos,

el espíritu temblando y semejando fortaleza

clamando a Dios su protección,

procurándose calma haciendo chistes de ocasión;

todos la sufrimos, ninguno como las victimas,

a su dolor, hecho vida, que de inspiración por su fortaleza

y renuente debilidad que llevamos,

motiva y jalona seguir la vida aunque esté marcado para siempre

por la pregunta, ¿como perdonar sin comprender primero?

¿como comprender sin perdernos en sus grietas y estridencia?

Momento de encontrarnos y reencontrarnos sin armas ni metrallas

armados tal vez del coraje para pedirnos perdón…