6 y 7 de julio de 2019,

La mañana llega el día sábado con un aire que, recogiendo la frescura del río, atraviesa nuestra comunidad…

Estos dos días la pasaríamos en nuestro club tejiendo. Invitamos a muchas muchas personas, por facebook, por whatsapp, por este tiempo de vacaciones escolares muchas personas se han ido del pueblo. Así, con el corazón henchido y a la expectativa de ¿quienes vendrán? iniciamos el día. 

La hora, 09:00 a.m. ya estábamos en el club, algunos niños y niñas comienzan a llegar, sin embargo son pocos aún. Hicimos algo de aseo, digo así porque sólo barrimos jejejej. 

 

Ojos de Dios, ojos que todo lo ven,

ojos que ven y sienten el ser,

ojos de Dios que alcanzan el futuro 

depositando intensiones de amor.  

Este tejido ancestral, tradicional de un pueblo indígena mexicano conocido como Huichol, Paola, de Morarte Decorativo, fue quien orientó el taller, para este mes corresponde el amor, y escogió esta costumbre ancestral para compartir acerca de este sentimiento, comenzó compartiendo que, 

en el pueblo Huichol el futuro padre comenzaba a tejer cuando su compañera de vida entraba en gestación, y tejía para su bebé Ojos de Dios, proyectando en ellos intenciones de amor, vida sana, fuerza, sabiduría y valor, entre otras virtudes, esto hasta que cumplía los cinco años de edad. Cumplida esta edad el padre dejaba de hacerlo y a partir de entonces el hijo/a comenzaba a tejer su propio Ojo de Dios…

Un hilo sutil de amor enlaza a los Huicholes, desde sus ancestros hasta el día de hoy que continúan con esta tradición, y que ha trascendido fronteras y ha llegado hasta nuestra comunidad para invitarnos a tejernos igualmente en amor. 

Dos días de tejer de aprender formas, patrones, de hacer uno grande, otro pequeño, otro cuadrado, hasta rectangular, con o sin colgadero, cada participante tenía alguien a quién regalárselo, principalmente a sus madres.   

Ojos de Dios que pueden ver en la oscuridad 

Ojos de Dios, que tienen en si los cristales de la esperanza, del amor y la fe

Con los que, si realmente quiero, me veo y veo a los demás, 

En el club aprendiendo y haciendo Ojos de Dios se encontraban niños desde los 5 años en adelante, y muchos de ellos se tejieron hasta seis de estos elementos. Algunos de ellos impacientaban un poco en los primeros intentos, el primero que realizaron no quedó tan parejo, y era evidencia de esa resistencia para permanecer en quietud. Sin embargo, poco tiempo después, abrieron la puerta de la concentración, la motivación personal de darle un detalle a un ser querido, y de aprender. 

Poco a poco muchos de los inconstantes, quienes sentían y expresaban que no podían, lo lograron, y todos llevaron sus Ojos de Dios, en sí mismos.